En estos días del comienzo del invierno,el atardecer y el principio de la noche vienen acompañados de la presencia en el firmamento de Júpiter y Venus, los dos planetas más brillantes de nuestro Sistema Solar. Júpiter resplandece majestuoso a gran altura mientras que Venus gana en brillo conforme se separa rápidamente del Sol. En el transcurso de los próximos meses los dos planetas se irán aproximando entre sí hasta que los veamos muy cercanos en el cielo.
Ya entrada la oscuridad, se eleva sobre el horizonte Este la silueta inconfundible de la
constelación reina de las noches invernales, Orión. En ella se encuentra la nebulosa M42, que es
perfectamente visible con prismáticos y que fue la primera nebulosa fotografiada (Henry Draper en 1880).
Por debajo de Orión se encuentra la constelación de Canis Maior y en ella Sirio, la más brillante estrella del firmamento. A corta distancia de Sirio y algo más abajo podemos localizar y ver facilmente con prismáticos el cúmulo globular M 41.
Encima de Orión se encuentra la constelación de Tauro y en ella los cúmulos abiertos de las Hyades y las Pléyades, siendo este último el más conocido popularmente.
Más al Este de Orión veremos la constelación de Geminis cuyas dos principales estrellas Cástor y Pollux forman una pareja inconfundible. Cástor es en realidad un sistema séxtuple formado por tres estrellas que pueden ser observadas a través de los telescopios, estando cada una de ellas acompañada de otra estrella visible solamente por medio del espectroscopio.
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