Hay ocasiones en que todas aquellas circunstancias adversas que pueden afectar al astrónomo, sea profesional o amateur, parecen conspirar para llevarnos a la desesperación. Una interminable sucesión de noches brumosas es sustituida por una serie de días con viento, tras estos vienen los cielos nublados y, finalmente, la lluvia. Mientras, Marte se acerca velozmente a su oposición y espera a que una nueva cámara recientemente adquirida nos permita, por fin, ver los detalles más característicos de su superficie. Ya solo queda confiar en que sea cierto aquel refrán que dice: "No hay nublado que cien días dure, ni astrónomo que lo aguante."
martes, 22 de diciembre de 2009
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