Un sustituto para la hidracina
La hidracina es un combustible usado habitualmente en astronáutica por sus buenos resultados, pero que supone un riesgo enorme en caso de fuga o accidente. Se empezó a usar en la Segunda Guerra Mundial por la Luftwaffe alemana, quedando ahora relegado para los motores de posicionamiento que cambian la orientación de las naves una vez en el espacio, para lo cual es la elección más frecuente. Y no sólo es eficiente, sino que es hipergólico (que reacciona espontáneamente al tocar otro componente, por lo que no hay necesidad de iniciar el fuego artificialmente), lo cual simplifica mucho el diseño. El problema que tiene es que es corrosivo y altamente tóxico, incluso en proporciones ínfimas, por lo que se carga en los satélites en el último instante antes de lanzarlos, y los encargados van resguardados con trajes que nada tienen que envidiar a los de los astronautas.
Debido a esta pega es que es tan importante la noticia publicada por la ESA del desarrollo de un nuevo combustible denominado de momento LMP-103S, que es un 30% más efectivo, y que además no es ni de lejos tan dañino para el medio ambiente. Se trata de una mezcla de dinitramina amónica (ADN), agua, metanol y amoniaco. Según la fuente consultada, es tan seguro para su manejo como la propia gasolina, y no requiere ningún traje protector especial.
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